El último minuto
se come la
tarde
lleva
esa forma
de la luz
más piadosa
de posarse
sobre las
hojas
y los
objetos.
Y con él
marcha
su mirada,
la última,
la que
inaugura
el olvido.
Ahora los
ojos
ciegos inútiles
obligados
a completar
las formas
fracasarán
una y otra
vez
dominados
por la ausencia.
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